GIUSEPPE FARINA
“El Doctor”
Emilio Giuseppe "Nino" Farina nació el 30 de octubre de 1906 en Turín (Italia).
El Doctor Farina fue el primer campeón del mundo de la Fórmula 1, en 1950.
Se inició, como muchos pilotos de su tiempo, en carreras de montaña, debutando a los treinta años, pasando a disputar carreras en circuito con un Maserati.
Su carrera de piloto comienza antes de la segunda guerra mundial. Obtiene su primera victoria importante con un Maserati en Brno en 1934.
El año de su victoria en el campeonato conduce para el equipo Alfa Corse, venciendo en tres ocasiones (Monza, Silverstone y Berna). Fue su único título de campeón, finalizando segundo en la temporada de 1952.
En 1953 era un piloto excesivamente veterano, pero todavía se impone una última vez en el Gran Premio de Alemania en Nürburgring con su Ferrari. Su último Gran Premio lo disputó el cinco de junio de 1955 en Spa Francorchamps con un Ferrari terminando en tercera posición.
Nino falleció nueve años más tarde, tras su retirada del deporte, fue en un accidente de carretera en Francia.
Giuseppe falleció el 30 de junio de 1966 en Chambéry.
Giuseppe era Doctor en ciencias políticas con inclinaciones que en su época podían considerarse aristocráticas, como eran el esquí alpino, la hípica,..
Sus amistades no acudían a los circuitos de competición automovilística y sus relaciones con los demás pilotos eran distantes.
No obstante cuando Giuseppe se subía a su monoplaza, se convertía en otro.
Giuseppe en el entorno de los pilotos nunca llegó a gozar de gran aceptación, ya que para este enojoso turinés las competiciones no constituía una actividad deportiva, ni tan siquiera una profesión, eran una experiencia que se asemejaba a una batalla.
Giuseppe era sobrino del afamado carrocero “Pinin”,
Como se ve no se le consideraba un miembro del mundo de la competición. Para el resto de pilotos era un ser frio, distante, altivo, y para muchos un elemento peligroso en un ambiente de por si poco seguro.
La norma que regia en el automovilismo fijaba que un piloto al que se superaba debía dejar paso limpiamente a su rival sin presentar batalla, lo que a la postre solía traer tristes consecuencias, pero Nino no aceptaba esta regla, no formaba parte de su código ético, y sólo respondía a sus propias normas.
Esta forma de entender las competiciones le llevo a que antes de la guerra se viera implicado en sendos accidentes que resultaron fatales para sus adversarios: Marcel Lehoux en el Grand Prix de Deauville un trágico 19 de julio de 1936 y el húngaro László Hartmann en el Grand Prix de Trípoli el 16 de mayo de 1938. Lamentablemente para sus rivales sus modales no fueron puliéndose según adquiría experiencia.
Su presunción le llevó a considerar que el recién creado Campeonato del Mundo de Fórmula 1 a principios de los años cincuenta estaba predestinado a ser suyo. Como ya no eran rivales potenciales, a los únicos que consideraba a su altura eran Achile Varzi y Jean Pierre Wimille, fallecidos un año antes.
En cuanto a sus dos nuevos compañeros en Alfa Romeo, veía que uno era demasiado mayor, Luigi Fagioli tenía más de cincuenta años, y el otro demasiado inexperto, Juan Manuel Fangio acaba de venir del otro lado del océano, la exótica Argentina.
A lo largo de la temporada de 1950, sólo pudo superarlo en una ocasión, el 13 de mayo, en el trazado de Silverstone, primer Gran Premio en la historia de la Fórmula 1. Pero en Mónaco, Giuseppe volvió a sufrir, tratando de seguir el ritmo impuesto por el argentino, colisionó en la primera vuelta, contra el muro del “bureau du tabac”, provocando un accidente múltiple tras su monoplaza en el que ocho pilotos tuvieron que abandonar. El turinés nuevamente hizo “amigos” con su temeridad. Louis Rosier, Robert Manzon, Harry Schell, Emmanuel De Graffenried, Maurice Trintignant, Cuth Harrison y Franco Rol tomaron buena nota de con quien se enfrentaban.
El argentino empezó a imponerse en el seno de la escudería Alfa, pero al abandonar por un fallo mecánico en el trazado helvético de Berna cedió sus opciones al “doctor”, que se hizo con el Gran Premio de Suiza y llegaron a Monza, sexta y última prueba de la temporada, tras su compañero del que le separaban cuatro puntos. Pero el argentino sufrió sendas averías en Monza, primero en su propio Alfa, y posteriormente en el de Taruffi, el reglamento permitía a los pilotos en aquella época proseguir la prueba en cualquier otro monoplaza de su escudería.
Giuseppe venció en la carrera y, por tanto, el título. Fue el piloto de la pampa fue el primero en felicitarle. Nobleza obliga.
El campeón de 1950, el turinés Emilio Giuseppe Farina, en XXVIº Gran Premio d'Italia, un soleado domingo, 11 de septiembre de 1955 en el autódromo de Monza, decía adiós a la categoría reina, a los mandos de un Lancia D50 de la Scuderia Ferrari, que calificó en la quinta plaza de la parrilla de salida, pero al que un neumático llevó a abandonar en los compases iniciales de la prueba.
El jueves 30 de Junio de 1966, un día antes de que comenzaran los entrenamientos oficiales para el Grand Prix de Francia, los medios de comunicación de todo el mundo difundieron la trágica noticia de la muerte del primer Campeón del Mundo de Fórmula 1, el italiano Giuseppe “Nino” Farina en un accidente de carretera con su coche particular, mientras se dirigía camino de Reims a presenciar la carrera gala.
Al conocerse del trágico suceso el argentino Juan Manuel Fangio declaró: “Sabía que esto sucedería, lo que no comprendo es como no le ha sucedido antes, pues Farina era un loco al volante”.